Duró lo que tenia que DURAR

Por: Antonio Ruiz

04/08/23

Venezuela terminó su participación en el puesto 30 de 32 selecciones, sin conseguir la victoria en cinco juegos, incluyendo derrotas ante Cabo Verde y Japón, equipos de continentes ante los cuales se presentaba marca de 12 ganados y solo uno perdido.

Las cuentas estaban claras antes del torneo, perder con Eslovenia, pero dejando buena imagen, ganarle a Cabo Verde y luego ir ante Georgia y sacar la primera victoria ante equipos europeos, si se caía ante los georgianos no pasaba nada, se quedaba fuera de la primera ronda pero buscando una victoria más en la fase de reclasificación y así conseguir el pase al repechaje olímpico de 2024 y seguir en el escenario internacional.

Pero el equipo dejó una muy mala imagen, la despedida de los Héroes de México se adelantó y fue muy dolorosa, una generación de jugadores con 12 años en la selección nacional, con títulos en nuestro continente y siempre estando en competencia, se despide con cinco derrotas al hilo y la peor participación de Venezuela en un campeonato mundial.

Comentábamos antes del arranque del torneo lo mal estructurado que estaba el equipo, siete jugadores de las posiciones uno y dos, un solo alero y cuatro internos de baja estatura, era un equipo endeble, que se derrumbó luego de las lesiones de Michael Carrera y Gregory Vargas, solo pudiendo jugar un partido y medio. Sobre todo la lesión de Carrera, ya que dejó al equipo con solo tres internos teniendo que jugar en muchas ocasiones con Garly Sojo y José Materán como ala pívots, siendo presas fáciles en defensa, permitiendo muchas canastas cerca del aro, el jugar pequeño se llevó al extremo.

Nuestros rivales pudieron anotar con mucha facilidad, la defensa, que era bandera de nuestro conjunto desapareció, los años no pasaron en vano. En conjunto nos anotaron para un 59% en dobles, con 36 puntos por partido en la pintura, siendo superados en este renglón en todos los encuentros menos el de Japón.

Los últimos cuartos fueron desastrosos, nos superaron 111-74 en el acumulado general, doloroso sobre todo el derrumbe ante Cabo Verde, donde se perdió 9-22 y ante Japón donde nos superaron 15-33, los dos juegos donde no se podía perder, esta selección nos tenía acostumbrado a ganar los partidos que tenían que ganar, esta vez no fue así, la veteranía no apareció en los momentos claves, siendo superados por la velocidad y juventud de nuestros rivales.

Paradójicamente en ataque el equipo tuvo uno de sus mejores torneos bajo el actual cuerpo técnico, promediando para un 35.1% en triples con 33.6 intentos por partido, el promedio más alto alcanzado lanzando por encima de 30 triples en nuestra historia, para el torneo la selección cambió su manera de jugar, apostando por el triple, arma que te da y te quita, porque si bien el 35% es un buen porcentaje este tiende a bajar en el transcurso de los partidos, por ahí quizás vino parte del derrumbe en los cuartos finales.

También se compartió bien el balón, promediando 20.8 asistencias por partido, la segunda cantidad más alta de la selección, solo superada por el Suramericano de Caracas en 2016, un torneo de muy bajo nivel que permitió inflar esta estadística.

En cuanto al manejo del seleccionador nacional se observó una rotación de jugadores que catalogamos de extraña, a pesar de la baja de Carrera encontramos que Windi Graterol solo promedió 10 minutos por juego, prefiriendo a Sojo y Materán para defender la pintura, se exageró también en la rotación de jugadores, nunca se definió un quinteto ideal para estar en cancha en los momentos importantes, por ejemplo teniendo a Jhornan Zamora sentado al final en el crucial partido ante Cabo Verde, solo jugando 23 minutos en los cuales anotó cuatro triples totalizando 14 puntos, Zamora estaba en buen momento, anotando 8 de 18 en los dos primeros encuentros.

En cuanto a la repartición de minutos se observa que nueve jugadores promediaron más de 16 minutos, siendo Néstor Colmenares el que más con 27 por encuentro, observando en ocasiones a quintetos que tenían buen rendimiento desaparecer en el transcurso del juego, no dando una continuidad a los buenos momentos.

Se seleccionó mal a los jugadores, se pudo insertar algo más de estatura y juventud al equipo pero no se hizo, decisiones extrañas en la rotación, tiempos pedidos a destiempo, pérdidas de amplias ventajas y muchas otras situaciones que eran mejorables.

Es el final de una era, la cual agradecemos y siempre admiraremos,

esta generación nos dio las mayores alegrías, pero todo tiene su final, tocará ahora reensamblar el equipo, darle cabida a jugadores jóvenes que den más energía, la clasificación al próximo mundial se ve cuesta arriba, la historia así lo ha mostrado, tenemos dos años por delante para que armar un equipo que siga compitiendo, esperemos que los próximos encargados de la selección puedan no solo repetir las hazañas de los Héroes de México, sino que logren superarla.

Se dice que cuando algo se está hundiendo es mejor llegar al piso para tomar impulso, esperemos que esta experiencia deje un aprendizaje y no se vuelvan a cometer los mismos errores, ya están apareciendo los discursos con lugares comunes hablando de que “hay que hacer esto”, “hay que hacer aquello”, sabemos que nada se hará, que todo continuará igual, pero lo que no dudamos es del talento del jugador venezolano, se viene una generación interesante de jugadores, esperemos que los sepan amalgamar, sin favoritismos ni convocatorias realizadas con el corazón y no con la razón.

El modelo de Fernando Duró ya se agotó, nos parece que su escogencia y su labor fue acertada, pero duró lo que tenía que durar, luego de lo que pasó en el mundial no puede seguir, los procesos se agotan, pasó con todos los técnicos que hemos tenido por más exitosos que fueran, la primera renovación debe pasar por la dirección técnica, esperamos que se seleccione un entrenador que traiga más modernidad a nuestra selección, que sepa seleccionar y aprovechar las fortalezas de nuestros jugadores y que tenga el carácter para liderar.