Sabado, 30 de Abril del 2016
En días pasados tuvimos la oportunidad de ver un juego a través del canal TVES entre el equipo Saurios (filial de Cocodrilos de Caracas) y la EFOFAC (Escuela de Formación de Oficiales de la Guardia Nacional) en donde participaba por los segundos el centro Vicenzo Poiche, de 2.04 metros de estatura, el cual se alistó a las Fuerzas Armadas al no contar con oportunidades en su equipo de la LPB, Trotamundos de Carabobo.
El problema no es solo que no recibió la oportunidad con los carabobeños, el problema fue que no le dieron la oportunidad de ir a otro equipo en calidad de préstamo, habiendo equipos interesados como Gaiteros del Zulia o simplemente darle la libertad. Lo más grave del asunto es que el jugador no estaba devengando un sueldo, no se trata solamente de que participe activamente en el equipo, no dejándole más remedio que retirarse del baloncesto profesional apenas con 23 años de edad.
La de Poiche es una de tantas historias de jugadores, tanto jóvenes como con experiencia, que son víctimas de la fatídica figura de “la ficha”, con la cual violan uno de los derechos más fundamentales, el derecho al trabajo.En este año los casos se han magnificado, jugadores valiosos como David Cedeño y Hernán Salcedo fueron “puestos en el mercado”, con lo cual se quedaron sin jugar y sin devengar sueldo, estos equipos simplemente no los dejan ir si no reciben nada a cambio, ya sea otro jugador o dinero en efectivo. Lo mismo pasó con Javinger Vargas, José Silvera y Jhoyfer Díaz, con suerte para el último que pudo ir a jugar a República Dominicana al contar con doble nacionalidad;Sin saber a ciencia cierta que paso con el prometedor Kelvin Caraballo pero los rumores apuntan al mismo problema.
Este año se han escuchado de muchos casos de jugadores que les ofrecieron un sueldo demasiado bajo para la realidad económica del país, con lo cual prefieren no jugar y buscar otros medios para mantener a sus familias. Incluso recibimos la denuncia de un jugador, que nos reservamos su nombre para no perjudicarlo, que nos indica que les ofrecieron cancelar todo el año y solo cobraron los dos meses en los cuales participaron en la Liga Paralela del año pasado, dejando varios de esos jugadores sus estudios o trabajos para seguir su sueño de mantenerse activos en el baloncesto a cambio de quedarse en el limbo.
Ya cuando estamos entrando a semifinales de la LPB no se ha dicho nada de la Liga Paralela, la cual nuevamente cae en el olvido, dejando a un poco más de 100 jugadores jóvenes sin jugar y sin devengar un salario, esta situación se agrava cada día más porque más jugadores aparecen y se mantienen solo 10 equipos en la LPB, jugando solamente durante la Liga Nacional que dura máximo tres meses.
También vemos equipos con 5-6 importados en reserva mientras dejan en sus casas a jugadores que son el futuro de sus organizaciones y los que no tienen la suerte de recibir contrato para jugar en ligas del continente de menor nivel, pero mejores remuneradas, simplemente se pierden.Pensar en una expansión de la LPB parece un imposible, los equipos están totalmente cerrados a esa idea, si no hubiera sido por la insistencia del expresidente de la liga, Rolando Urdaneta, todavía estuvieran los mismos 8 equipos del pasado.
Deben hacerse cambios en la liga en cuanto el manejo de los jugadores, establecer salarios mínimos según la experiencia de los jugadores, establecer un tope salarial para minimizar el desequilibrio entre los equipos con poder económico y los que no tienen tanto.La agencia libre es una necesidad, un jugador que no cuenta para un conjunto, el cual no juega ni cobra, no puede permanecer de por vida a un equipo que lo está perjudicando, mientras hay otros equipos que si quisieran tenerlos en sus filas. Esto nivelaría más la liga y por ende se mejoraría el espectáculo.
La NBA tiene todas estas reglas, no son inventos nuestros, cada equipo tiene una nómina limitada de jugadores y todos los demás son libres para jugar con cualquier conjunto que los requiera. Una solución podría estar en manos de la FVB, jugar la Liga Nacional de manera paralela a la LPB, ocupando mercados pequeños pero ávidos de tener equipos que los representen como Cumaná, Maturín, Punto Fijo, San Juan de Los Morros, San Felipe y un largo etc.
Seleccionar de los más de 30 equipos de las tres divisiones de la Liga Nacional a unos 10 equipos para crear esta nueva liga que se juegue durante varios meses al año. Incluso equipos serios de la LPB podrían tener sus sucursales en estas ligas, o hacer asociaciones con empresarios locales y gobiernos regionales para compartir el manejo de estos equipos de la Liga Nacional, ampliando de manera exponencial las oportunidades de mantener en cancha y viviendo del baloncesto a una gran cantidad de jugadores.
Es más, con esta liga se abrirían campos de trabajo para que jugadores veteranos puedan retirarse y dedicarse a ser entrenadores, abriéndole más puestos a los jóvenes en la LPB. También sería un sueño que se conformara una Liga Universitaria en donde los jugadores jóvenes se formen una carrera y además practique la disciplina, pudiendo dar el salto al profesional una vez se gradúen o en caso de no seguir en el baloncesto por lo menos tendrían una profesión de la cual vivir.
Se anunció que a partir de la temporada 2016-17 se jugará la liga profesional desde octubre y con solo dos importados, esto le abrirá más cupos a jugadores nacionales pero no los suficientes, el basket venezolano puede llegar muy lejos, si haciendo las cosas mal somos campeones de América imaginemos si las hiciéramos bien.
Ya basta de esta figura pseudoesclavisante llamada “la ficha” con la cual perjudican a los jugadores venezolanos, que son la materia prima del baloncesto y que hacen posible el desarrollo de la liga profesional.
Por: Antonio Ruiz