El trollismo y el negativismo se ha apoderado de las redes sociales, lo vimos claramente en el recién finalizado Suramericano U17, en donde Venezuela se llevó la medalla de bronce y la clasificación a la Americup U18 que se disputará el año entrante.
Si nos dejamos ver por la cantidad de comentarios en la cuenta de Instagram de la Federación Venezolana de Baloncesto podemos ver claramente esta tendencia, en la publicación del partido por el tercer lugar ante Uruguay hubo 88 comentarios, la derrota ante Argentina en semifinales fue comentado por 182 personas.
El partido ante Chile, que le dio la clasificación a semifinales apenas 74 comentarios. La derrota ante Brasil en primera ronda tiene 133 iteraciones y la caída en el debut ante Paraguay 281. Por su puesto prácticamente todos los comentarios son negativos y denigrantes tanto para entrenadores, jugadores y dirigentes, mientras que en las publicaciones en las victorias muchos comentarios minimizaban los logros.
Muchas de estas interacciones muestran desconocimiento del deporte y de los torneos de menores, se han quedado que antes Venezuela derrotaba a los países (que no fueran Argentina, Brasil y Uruguay) con facilidad, pero no toman en cuenta que los demás países pueden mejorar y dar sorpresas, sobre todo en torneos de formativas.
Si revisamos el historial de los suramericanos masculinos de menores nos encontramos que Paraguay ha estado cinco veces en el podio, misma cantidad que Chile, incluyendo un primer lugar. Por su parte Colombia y Ecuador lo han hecho en dos ocasiones. En muchas de estas ocasiones no solo superando a Venezuela, sino también a Uruguay a Brasil y a la misma Argentina, país potencia en baloncesto.
Los torneos de formativas son completamente imprevisibles, cualquier cosa puede pasar, hay generaciones buenas de jugadores y otras no tanto, le puede pasar a cualquier país. Muchas veces aparece un jugador, de cualquier nacionalidad, con un progreso o evolución física más desarrollada y hace diferencia.
Se critica mucho a la FVB y lo entendemos, podríamos estar mejor, pero es una realidad que en los últimos tres suramericanos de menores Venezuela ha estado en el podio, rompiendo una sequía de cinco torneos consecutivos sin clasificar al FIBA Américas, si revisamos más atrás nos encontramos que desde 2009 a 2022 nuestro conjunto apenas logró dos medallas de bronce en 15 torneos, esto con tres dirigencias distintas.
Bajo el mando de Hanthony Coello no se lograron los objetivos en categorías menores en sus primeros tres años a la cabeza de la Federación, incluso con una vergonzosa no asistencia al U15 de 2022 en ambos géneros. Pero como mencionamos en los últimos tres suramericanos se ha logrado la clasificación a nivel masculino y dos en femenino, incluyendo un boleto al Mundial U17, rompiendo una sequía de 23 años sin este logro.
Parte de este logro se debe al asignar a las selecciones entrenadores del baloncesto profesional, contrario a los que muchos opinan, que estas selecciones deberían ser manejados por entrenadores de los estados que participan en el nacional. Con Iván García se rompió la sequía, luego con Alexis Cedres y ahora Yonaiker Ecker se han logrado mejores resultados, es algo innegable.
Ecker fue muy cuestionado durante el torneo, que el equipo no tiene sistemas, que es solo correr, lo que siempre comenta la gente, pero simplemente el equipo tuvo partidos buenos y partidos malos, afortunadamente los partidos buenos fueron en el momento oportuno.
Hay que recordar que cinco de los atletas juegan en equipos de otros países, llegaron con poco tiempo al torneo y esto afectó el entendimiento en la cancha, también hay que resaltar el esfuerzo de la FVB en traer éstos jugadores, con anterioridad esto no pasaba.
No estaba fácil ganarle a Chile por más de 18 puntos y lo lograron, la mentalidad del equipo se puso a pruebas y lograron conseguir internalizar que si se ganaba por 20 realmente se estaba ganando por dos puntos, tomaron ventaja de doble dígito en la primera mitad, luego de un segundo cuarto brillante y lograron mantener la ventaja que les dio la clasificación a semifinales.
El equipo dio 21 asistencias en ese juego, estuvieron certeros en los tiros de dos con un 63%, un decente 29% en triples y un resaltante 85% en tiros libres, luego de tener un arranque muy flojo en este aspecto.
Contra Uruguay tuvieron que batallar más, pero al final ganaron por 17 puntos, nuevamente pasando bien el balón con 22 asistencias, aunque los porcentajes en dobles (44%) y libres (41%) cayeron, pero lograron anotar el triple con eficacia, al terminar con un 12 de 21, para un 44%, con Williams Anillo a la cabeza con un 4 de 7.
En los juegos perdidos, contra Paraguay fue un partido malo, un accidente, se fallaron demasiados tiros abiertos y cerca del canasto, 30% en tiros de cancha, 21% en triples y 47% en tiros libres, con esa eficacia es imposible ganar.
Contra Brasil se hizo lo que se pudo ante un rival que fue superior a todos los rivales que enfrentó, cayendo por 15 puntos, la menor diferencia en el marcador que tuvieron los amazónicos en el torneo. La diferencia física fue demasiado, los ganadores tomaron 22 rebotes ofensivos que produjeron 24 puntos en segundas oportunidades y por ahí se fue el juego.
En semifinales ante Argentina se jugó nuevamente mal, 29% en tiros de cancha, 16% en triples y 41% en tiros libres, en un partido que fue condicionado por el arbitraje riguroso en la primera mitad del juego que nos afectó, en donde le pitaron a Venezuela 13 faltas y a Argentina solo 5, terminando el partido con 24 para nuestro conjunto y 17 para los argentinos.
Si se tiene duda que la actuación de Venezuela en torneos menores ha mejorado en el tiempo reciente basta con consultar la última actualización de los rankings de FIBA, en donde en masculino se avanzó 20 puestos, estando ahora en la posición 29 y en femenino se aparece en el ranking en la posición 44, cuando antes las niñas ni siquiera aparecía rankeada.
¿Con esto decimos que todo es perfecto?, no, muchas cosas por mejorar todavía, a nivel organizativo más que todo, pero atacar por atacar es un sinsentido.
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